Una de las tendencias a mi juicio funestas que han caracterizado las escasísimas traducciones al español de poemas de los integrantes del llamado «expresionismo temprano» ha sido la de intentar reproducir los moldes formales a los que se ajustaron mayoritariamente esos poetas, jóvenes atiborrados ya de los contenidos nuevos que les proporcionaba la sociedad y el sentir modernos, pero cautivos aún en los corsés estilísticos del post-romanticismo y el simbolismo.
Aparte de los aspectos estilísticos de una técnica literaria que empieza a descubrir el potencial expresivo de la yuxtaposición —a veces inconexa— de imágenes el Nebeneinander al que alude el propio Heym en sus diarios , estamos aquí ante algunos aspectos ideológicamente problemáticos que abordaremos en el capítulo dedicado al acentuado proto-fascismo en la obra y la vida de Georg Heym un autor cuya obra, dicho sea de paso, no fue pasto de llamas en las hogueras de 1933, a diferencia de lo ocurrido con los libros de muchos autores de su generación.
Sin embargo, los editores ignoraron su trabajo.
En traducción más o menos literal: «La boca mastica una flema blanca que traga absorbiendo por los carrillos».
¿Por qué no se hace una revolución? Esto no quiere decir que la estrategia de traducción opuesta abordar los poemas con énfasis en los contenidos, olvidando casi del todo la forma haya proporcionado siempre resultados sustancialmente mejores.
En 1900 se trasladó a Berlín, y comenzó, sin éxito, a asistir a una serie de diferentes escuelas.